jueves, 29 de enero de 2015

El último día de Adolf Hitler - David Solar



Recomendadísimo.

Con el título de "El último día de Adolf Hitler", David Solar nos presenta un libro muy interesante, no sólo sobre la vida del dictador austríaco - más tarde nacionalizado alemán -, sino también sobre la época histórica que derivó en toda aquella barbarie nazi. Está contado de una forma sencilla, muy completa, con un orden cronológico muy ordenado y, además, la forma de narrarlo es muy amena (aunque el uso de este adjetivo concuerde poco con lo dramático del tema).

Este hombrecillo menudo y con pocos rasgos arios llegó a la política de una forma casual, como todo en su vida. Después de haber estado en busca y captura por no presentarse al servicio militar cuatro años seguidos (!) decidió presentarse voluntario como soldado en la Primera Guerra Mundial. Al regresar a Alemania lo contrataron para dar charlas a los que venían del frente ruso y al mismo tiempo contactaba con un grupo político del que al final llegó a ser su jefecillo y que se empezó a llamar el NSDAP, partido que llegaría a ser el único en Alemania cuando Hitler llegó al poder e ilegalizó a todos los demás. Hitler era una especie de huracán que se llevaba todo por delante: el hombre que descubrió su oratoria y le contrataba para dar conferencias a los soldados acabaría muerto en un campo de concentración, y el líder del grupo político al que Hitler se afilió (el más tarde conocido como NSDAP) terminaría en el olvido.

A Hitler, por desgracia, le acompañaría la suerte en importantes momentos de su vida. Como correo en la Primera Guerra Mundial, teniendo que cruzar las líneas enemigas para entregar mensajes, lo hirieron sólo una vez. Después, cuando dirigió el golpe de estado contra el gobierno de Babiera no le impusieron la pena de muerte - lo normal en casos de grave traición - sino sólo 5 años de prisión, siendo tratado además como un huesped de lujo. También sobreviviría a un atentado cometido por varios de sus hombres. Y no sólo le acompañaría la suerte sobreviviendo a situaciones de riesgo, sino que en su ascenso político también la suerte estuvo de su lado. El presidente del Imperio Alemán, Paul von Hindenburg, aún a pesar de no gustarle Hitler y de llegar a decir que "no le daría ni el Ministerio de Correos", se vio en la tesitura de tener que nombrarle canciller al ser el NSDAP el partido más votado en las elecciones.

El ascenso de Hitler no sólo se debió a su oratoria. Hitler llegó en un momento de grave crisis económica y de un descontento social alarmante. La Primera Guerra Mundial había terminado con el Tratado de Versalles, cuyas condiciones abusivas para con Alemania, llevó a los gobernantes alemanes a verse obligados a tener que firmar un tratado que perjudicaba gravemente a la ya destrozada Alemania para poder conseguir la paz:


"Francia recuperaba Alsacia y Lorena, perdidas en la guerra de 1870; pretendía la cesión de la Alta Silesia, la ocupación de Renania, la desmilitarización del curso alemán del Rin en toda su margen izquierda y en una profundidad de 50 km en la derecha; Polonia recibía amplios territorios poblados por alemanes y el corredor de Dantzig, que dividía Prusia Oriental, creando un sentimiento permanente de irritación; se constituían países como Checoslovaquia y Yugoslavia, preñados de problemas nacionalistas y de minorías en parte germánicas; Alemania debía admitir expresamente que era la única nación responsable del estallido de la guerra y, por tanto, se haría cargo del pago total de las reparaciones; y para que no volviera a tener tentaciones belicistas se desmilitarizaría, reduciendo sus ejércitos a 115.000 hombres, disolviendo su Estado Mayor y destruyendo toda su aviación, su artillería media y pesada, sus blindados y todo buque superior a las 10.000 toneladas; además, debía entregar a cuantos responsables de crímenes de guerra reclamaran los vencedores." (David Solar)

La Alemania de postguerra fue caótica, la crisis económica, la pobreza, la hambruna, el alto porcentaje de parados, la terrible inflación ("en febrero, un dólar se cotizaba a 16.000 marcos, en septiembre a 160 millones, en noviembre a 130.000 millones") que se vivía, etc hicieron que Hitler llegara en el momento adecuado prometiendo los milagros necesarios para llevar a Alemania otra vez a la prosperidad. Y así el discurso de Hitler se adecuó a lo que la sociedad necesitaba oir en esos momentos difíciles. Hitler obviamente no inventó el antisemitismo, pero entre sus promesas para la recuperación económica, iba señalando a la vez a los que él consideraba los máximos culpables de la situación dramática de Alemania: los judios. No inventó el antisemitismo, pero sí lo acentuó. Una parte importante de la población vio en aquel vendedor de ilusiones una forma de salir de la pobreza, de la recuperación de Alemania, alguien que prometía anular el abusivo Tratado de Versalles, alguien que lucharía contra el Comunismo y contra los culpables judíos que llevaban a Alemania a la quiebra. 

Todavía podría comentar mucho más porque he aprendido muchísimo con esta biografía de Hitler: los orígenes de la Segunda Guerra Mundial (siendo Alemania quien desafió a USA! este dato me dejó perpleja), las SA, las SS, la Gestapo, los campos de concentración (gracias a Dios que no se mete en detalles escabrosos...), el "séquito" de Hitler (Himmler, Goebbels... ) y sus finales, etc etc y finalmente la recreación de lo que ocurrió a varios metros por debajo de la tierra, en un bunquer en Berlin, el 30 de abril de 1945.

Como he dicho, muy recomendable!

domingo, 11 de enero de 2015

Agnes Grey - Anne Brontë



Leyendo a Anne Brontë una se da cuenta de lo - a veces - arbitrario de la fama, del injusto olvido de autores o de obras. Es lo habitual pensar que la criba del tiempo nos garantiza la calidad de muchos clásicos - y es ésta una buena garantía - pero me pregunto cuántos autores nos hemos dejado atrás sin merecerlo.

Anne Brontë lleva un apellido famoso, pero leyéndola creo que aún sin haber tenido el peso de ese apellido, ella misma hubiera sobrevivido a esa criba del tiempo y hubiera llegado a nuestros días. Estoy segura que la editarían y reeditarían a lo largo de países y de idiomas. Anne Brontë no necesita la fama de sus hermanas, ella misma es una gran escritora.

De las hermanas Brontë, de las dos mayores, me leí hace muchos muchos años Jane Eyre y Cumbres Borrascosas. La primera me gustó. La segunda la detesto. Pero, aunque Jane Eyre no me disgustó, tampoco en ese momento tuve interés en leer más novelas de su autora. De las tres hermanas es Anne Brontë la que me ha impresionado y de la que lamento que no haya más obras, sólo Agnes Grey y La inquilina de Wildfell Hall. Charlotte y Emily Brontë han escrito novelas, pero creo que Anne es capaz de "hablar" con el lector. Uno se sienta para leer Agnes Grey y podemos ver a la propia Anne contándonos, en primera persona, lo difícil que era para las mujeres pobres, pero cultas, ganarse el sustento, la alta probabilidad de la soltería, de no tener su propia familia, de la búsqueda de trabajo, de su vida difícil como institutriz cuidando y educando a niños caprichosos y tiranos de familias poco amables con sus empleados.

Agnes Grey está escrito en primera persona, y se cree que es una novela autobiográfica. Cualquiera que la lea no podría poner en duda que la escritora es capaz de romper la barrera del tiempo y de hablarnos cara a cara de sus penas y alegrías. Anne Brontë es una autora valiente y sincera, que tuvo como hermanas a otras dos escritoras, que trabajó como institutriz muy lejos de su familia, que protegida como lo estaba por su familia supo salir y ganarse su sustento siendo muy joven y que siendo también muy joven murió de tuberculosis dejándonos sólo - y lamentablemente sólo - dos novelas.

Agnes Grey es una novela muy recomendable. A mí me ha encantado en muchos sentidos: me ha gustado la forma de escribir de la autora, la propia historia que cuenta, conocer esa realidad de la vida de las institutrices con niños desobedientes y maleducados que las novelas omiten. Me ha gustado encontrarme una historia de amor (¡sin ñoñerias!). Aunque, si le tengo que poner un "pero" (uno muy, pero que muy, minúsculo), quizás hubiera preferido un final no tan rápido.

A Anne Brontë yo la recomendaría siempre.

miércoles, 7 de enero de 2015

El misterio de Gramercy Park - Anna K. Green



Anna Katherine Green escribió El misterio de Gramercy Park a los 51 años, en 1897. Esta autora, que empezó escribiendo poesía, llegó a publicar en su época más de 40 novelas teniendo famosos seguidores como Conan Doyle o Wilkie Collins.

En El misterio de Gramercy Park aparece por primera vez Amelia Butterworth, una soltera de mediana edad con gran habilidad para resolver misterios que aparecerá en otras dos novelas de la autora. Esta mujer curiosa presencia, en plena noche y desde una de las ventanas de su casa, cómo una pareja entra en la casa de enfrente, vacía debido a un viaje de sus dueños, y cómo pasados unos minutos un hombre se aleja corriendo. Cuando al día siguiente aparece en la casa el cadáver de una mujer, Amelia Butterworth no sólo será la única testigo ocular, sino que además querrá participar - por libre y con mucha decisión - en la resolución del caso.

Voy a decir desde ya que yo no soy aficionada a las novelas de misterio ni de detectives, aunque tengo que reconocer que la serie de Miss Marple (2004-2013) es una joya que tengo entre mis top ten. Sé que Agatha Christie se enfadaría por no leer sus novelas (bueno, leí muchas en la adolescencia) pero para ir paso a paso he empezado por la precursora de Miss Marple, porque Amelia Butterworth es la primera mujer "detective" en la literatura inglesa.

No sé si Anna K. Green sería una gran poetisa pero no tengo duda en que su imaginación como autora de misterio no tiene límites. La novela gusta desde el principio y reconozco que más de una vez pensé que la autora no podría solucionar el tremendo enredo de la historia de una forma más o menos decente. Pero esta historia complicada, cada vez más y más enredada, con más pruebas, con más personajes y con más emoción sí que tiene un final. La autora enreda y enreda, pero sabe desenredar la madeja de forma inteligente. Me quedé asombrada de lo bien que estructura la historia y de lo bien que va dando la información y cómo la presenta. Si te gustan las novelas de misterio y de detectives ésta es una novela muy muy recomendable. Y si no eres aficionada, como yo, también aun así te la recomiendo porque pasarás unos ratos bien entretenidos.

Y qué decir de Amelia Butterworth, que es todo un personaje!. Inteligente, intuitiva, perspicaz, con un corazón inmenso y que además sabe mucho de sombreros!

domingo, 4 de enero de 2015

Friedrich Nietzsche. Una Biografia - Miguel Morey



Cuando encontré esta biografía de Nietzsche creí que me iba a encontrar con una vida llena de gente interesante, de viajes, de "iluminaciones" filosóficas... pero lo que de verdad me encuentro es una vida triste como pocas. Detrás del autor de Así habló Zaratustra hay una vida llena de una soledad mortificadora, de la incomprensión y del alejamiento de su familia, de dolor físico (contrajo sífilis siendo estudiante), de contradicciones, de críticas constantes a su obra...

Aunque la mayoría de la obra de Nietzsche es filosófica, en realidad nunca estudió filosofía. Este hombre complejo terminó los estudios de filología clásica y consiguió a sus 24 o 25 años una cátedra para dar clase en la Universidad de Basilea. Se convirtió en el profesor más joven de la universidad ganando ya unos 3000 francos mensuales. Esos inicios de Nietzsche prometían una vida acomodada y muchas posibilidades de éxitos académicos. Sus clases estaban entre las más solicitadas y recibía constantes cartas de admiradores y seguidores. Pero llegó la publicación de El nacimiento de la tragedia - tenía entonces 28 años - y con ese título tan premonitorio la vida de Nietzsche sería como un auténtico melodrama. Un melodrama amenizado, eso sí, con música de Wagner, a quien Nietzsche dedicaría el libro y a quien admiró hasta niveles enfermizos (aunque llegaría un día en que se convertiría en su mayor detractor escribiendo "Nietzsche contra Wagner").

Con la publicación de El nacimiento de la tragedia Nietzsche recibió tantas críticas que sus clases, antes tan solicitadas, estaban prácticamente vacías y el autor fue sintiéndose cada vez más aislado, rechazado por sus amigos y compañeros, y también por filósofos y filólogos. Su salud empeoraba y también su situación económica (tuvo que dejar la cátedra en Basilea). Conservó dos o tres amigos fieles hasta el final de su vida, pero vivió prácticamente en soledad, sin un lugar fijo de residencia y casi en la pobreza.

Nietzsche, que daría a la filosofía obras tan famosas como "Así habló Zaratustra" terminaría volviéndose loco a los 45 años, y viviría los últimos diez años de su vida, primero en un manicomio en Alemania y después en la casa de su madre y en la de su hermana. Moriría en agosto de 1900, a los 56 años.

jueves, 1 de enero de 2015

El Imperio Romano Y Sus Pueblos Limitrofes - Millar Fergus



Quizá este sea un libro ya algo viejo. Publicado a finales de los años sesenta y traducido en 1973 ya cumplió sus buenos 50 años. A diferencia de los libros de creación, los libros académicos son más efímeros y quedan anticuados al paso rápido de los avances de las ciencias. Es un tópico decir en ciertos casos, que tal o cual tratado ha pasado a adquirir la categoría de clásico en su campo, por más que ahora ya se sepa mucho más de lo que podemos aprender leyéndolo. Yo podría recurrir a este cómodo lugar común para presentar este libro, si no fuera porque no sé lo suficiente de la historia romana como para saber si realmente se trata de una obra que tiene aún importancia o la tuvo al menos en su época. Lo leí porque me pareció interesante su tema, precisamente por mi ignorancia.

De Roma conocemos en general el esquema de su historia, desde las fuentes originales más o menos literarias, Tito Livio, Tácito, Suetonio, Salustio, César, hasta Gibbon, por supuesto. Pero todas estas obras no son historiografía científica y nuestro autor, en pleno siglo XX y bebiendo de las fuentes de la tradición académica que se inició en el XIX en Alemania y Francia, influida por Kant y más tarde por el positivismo, pretende contar las cosas como fueron realmente, objetivamente, como si esa perspectiva fuera algo accesible incluso para un contemporáneo, incluso para un contemporáneo que hubiera tenido acceso a todos los recursos que podemos consultar nosotros.

Lo que nos cuenta este libro es cuál fue la estructura y evolución organizativa que permitió a los romanos su expansión y consolidación, cómo esta potente máquina pudo afectar a las sociedades con las que tomó contacto y cómo al final -porque sí parece claro que fue el final de algo - en Occidente este armazón sociocultural no pudo aguantar el peso de los cambios demográficos, militares y políticos.

Tras recorrer los orígenes del estado romano y los inicios de su expansión bajo la República, el libro se centra en el desarrollo del régimen imperial y pasa a relatar, de zona en zona geográfica, los acontecimientos que marcaron su relación con Roma, su conquista o resistencia y los modos en que la incidencia del Imperio puede ser atestiguada.

Se basa esta obra en los autores de la época, testimonios cuidadosamente confrontados con los restos arqueológicos. En los casos, considerables, en que la investigación de su época no contaba con hallazgos pertinentes o en los que los propios autores clásicos no proporcionan datos aprovechables el autor lo hace notar. Nos hace así conscientes de los huecos de su relato.

La parte final, la dedica el autor a las zonas geográficas menos romanizadas, aquellas en que Roma encontró la semilla de su muerte. Después de repasar las glorias económicas y culturales del sur y el este norteafricano, del oriente medio y de Grecia, de las asimiladas Galias e Hispania, el autor nos lleva al norte y al noreste a las tierras que ahora habitan germanos y eslavos, donde hallamos un revoltijo de tribus en permanente refriega, que sin embargo podían ponerse de acuerdo para hacer frente a la máquina guerrera que había vencido imperios. Tras siglos de contención el movimiento pasó de escaramuza a invasión o migración y ahí es donde Roma dejó de ser lo que era.

No podemos terminar el libro sin la conciencia de que el autor no llega a explicar del todo el fin del Imperio Romano de Occidente, que por lo menos a mí me parece uno de los grandes enigmas de la Historia. No es una crítica porque el libro no pretende eso, sino simplemente la revelación de uno de mis motivos de interés en él. Puedo decir que me enseñó bastantes datos que desconocía, sobre algunas zonas más que sobre otras y que hallé su lectura amena. Contribuyó además a que siga interesada en la historia social y cultural de Roma y de los territorios romanizados y deseosa de leer más sobre el tema. En conclusión, creo que se trata de una obra que merece leerse.