martes, 12 de agosto de 2014

Los Buddenbrook - Thomas Mann



Toda novela seria guarda siempre algo autobiográfico de su autor porque ¿sobre qué se puede escribir con profundidad sino es sobre lo que uno ha visto y vivido?

Thomas Mann describió, bajo el nombre de Buddenbrook, la historia de su propia familia, ricos comerciantes de cereales en Lübeck. La historia abarca cuatro generaciones, aunque a la primera generación sólo los conozcamos ya en su vejez. La empresa Buddenbrook se funda en 1768, aunque el libro de la familia - donde se van anotando desde hace generaciones, bodas, nacimientos, fallecimientos, enfermedades o cualquier hecho importante - es mucho anterior, de hecho ya se tenía conocimiento de algún Buddenbrook del siglo XVI. Esa obsesión por la genealogía y por tener una historia familiar es una de las características de esta alta burguesía - la que describe Thomas Mann - que quiere comportarse como una aristocracia capitalista. De hecho, los Buddenbrook, además de este libro familiar, que conservan con respeto y veneración, también tienen su propio escudo familiar y, como en la aristocracia, son los primogénitos los que heredan, no ya un título pero sí la dirección de la empresa.

A lo largo de la novela, cuando se habla del fundador de la Casa Buddenbook se le recuerda como aquel hombre que, en un carro tirado por cuatro caballos, abastecía a los ejércitos prusianos. Aquel hombre, Johann Buddenbrook, conseguiría situar a su familia en una elevada posición económica, comenzando así una orgullosa dinastía de comerciantes. Johann Buddenbrook hijo, hombre devoto, heredaría la dirección de la empresa, a la que sumaría, no sólo todavía más riqueza y prestigio, sino una mansión familiar en el centro de Lübeck. Sus hijos están destinados a mantener el poder económico de la familia: Thomas Buddenbrook es educado para dirigir la empresa familiar y llegará a casarse con una riquísima heredera, a Tony la obligarán a casarse con un empresario de Hamburgo, Christian trabajará en diferentes países - ya fuera por cuenta ajena o propia, sin conseguir encontrar su sitio y sin poder dedicarse a lo que realmente le gustaba, el teatro. Y Clara, la hermana menor se casa con un pastor, aparentemente feliz dentro de su carácter serio y taciturno, pero muere pronto. Todos se saben pertenecientes a una de las familias más importantes de Lübeck y todas sus decisiones giran en torno a mantener el buen nombre y el prestigio de la familia.

Thomas Mann, influido por las ideas de Schopenhauer, escribe una novela pesimista sobre la vida. La vida es sufrimiento y nadie puede evitarlo. Los Buddenbrook, fieles a la tradición familiar, siguen unas normas que van en contra de sus deseos. Al final de sus días, Thomas Buddenbrook, siente que todo lo que ha hecho en la vida no era más que producto de sus deberes como primogénito.Tony, en su juventud, se enamora de un estudiante de medicina pero se casa obligada con un empresario de Hamburgo, del que se divorcia, y luego, con un empresario del sur de Alemania, al que también acaba dejando. Su hija, fruto de su primer matrimonio, tampoco tendrá una vida fácil. Christian, sin saber qué hacer con su vida, acaba trabajando en uno u otro sitio sin ningún interés, derrocha su fortuna visitando teatros, clubes y acaba teniendo una hija con una cortesana, con la que se casará en un futuro en contra de su familia , y que conseguirá que lo internen de por vida en un sanatorio, para disfrutar libremente de su dinero. Y Clara fallece joven. Todos siguieron la vida y las decisiones que se esperaban de ellos y no fueron felices, e, incluso Christian, la oveja negra, tampoco fue feliz. Es la idea de que hagas lo que hagas estás sentenciado a la infelicidad en la vida.

El padre de Thomas Mann, cuando muere, deja escrito en su testamento su deseo de que la empresa familiar se liquide. Así Thomas Buddenbrook, en la ficción, también toma la misma decisión. Quizás esos momentos de melancolía y tristeza al final de sus días, sean los que le lleven a querer un futuro diferente para su único hijo, Hanno, un futuro más libre y más feliz, o bien, esa decisión se debiera a la creencia de que su hijo no conseguiría mantener el esplendor y el prestigio de la Casa Buddenbrook. Mejor vender en la riqueza que no sufrir la bancarrota en la siguiente generación. Quién sabe el objetivo de esa decisión.

El fin de la Casa Buddenbrook no sólo se producirá por la disolución de la empresa y la venta de la mansión familiar, sino por la desaparición del apellido. El último Buddenbrook, Hanno, hijo de Thomas y Gerda Buddenbrook, muere en la adolescencia. Los mismos Buddenbrook, que alcanzaron una inmensa fortuna y poder, estaban condenados desde siempre al olvido. Así lo decidió Thomas Mann.

Thomas Mann escribió Los Buddenbrook cuando sólo tenía 25 años. Un genio sólo podría escribir una novela como esta, una novela con mayúsculas, siendo tan joven. Su narración es fluida, las descripciones y los diálogos inteligentes, los personajes están perfectamente perfilados y los hechos que cuenta son los necesarios. Nada sobra y nada falta. Es en si misma perfecta.

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